La Nación Domingo: Renace la Patria Joven

Siempre ha sido difícil comprender el proyecto editorial de La Nación, en especial durante los dos últimos gobiernos de los socialistas Lagos y Bachelet, quienes decidieron hacer del matututino, derechamente, una especie de órgano de propaganda (antes –durante Frei– trató de ser hasta un diario deportivo).

De algún modo, los gobiernos no han podido evitar la tentación de usar La Nación como una extensión de la SEGEGOB y de todas y cada una de las reparticiones del Ejecutivo, sin atreverse a entregar la dirección del medio a un proyecto periodístico serio e independiente, lo que ha sido un error pues en el diseño actual La Nación no tiene posibilidades de obtener credibilidad y compensar en serio las deficiencias informativas y de pluralismo derivadas del oligopolio El Mercurio - COPESA.

Sin embargo, los periodistas del diario lograron crear La Nación Domingo, una revista interesante, capaz de influir. Pero, en determinadas coyunturas, hasta esa edición cede a la tentación de hacer propaganda burda. El último ejemplo: ayer, con el titular Sebastián Bowen: Renace la Patria Joven (!).

Por favor. A parte de irritar la publicidad gratis, no se me ocurre nada de menos de futuro que rememorar la campaña de Eduardo Frei padre de hace 60 años atrás. Eso sí, si uno lee la nota, hay una vocación crítica, por lo que el titular –de seguro– fue verbigracia de un alto funcionario enamorado de su propio y mal eslogan.

El jesuitismo de Sebastián Bowen
No tengo idea quién es Bowen, ni la importancia de Un Techo para Chile, salvo el anécdota que cuenta que trataron de llevar la iniciativa a Argentina, pero los directores de las políticas sociales trasandinas la rechazaron, aduciendo que los pobres argentinos tenían suficiente dignidad como para rechazar las soluciones habitacionales de estilo chilensis, por pencas.

Aplicando toda la sabiduría que nace de mis prejuicios, y la crítica sistemática hacia ellos, puedo adivinar que Bowen responde a un arquetipo de personas muy frecuente en la Universidad Católica: el viejo chico de impronta jesuita, en suma, un decé en germinación.

Creyente como nadie, el viejo chico dedica su vida a ser buena persona, tanto para ganarse el cielo y la admiración de los parroquianos de las diócesis ABC1, como por una especie de tentación por la estética izquierdista que le permite creer que es joven, pero que indeclinablemente termina hablando como el típico "cura choro", pues al final la fórmula social siempre termina siendo una extensión del hábito católico de la caridad.

Por crecimiento vegetativo, los viejos chicos se transforman en viejos viejos, optando por allegarse a la izquierda creyente (el MAPU y la IC son los referentes), convirtiéndose en una influyente minoría que tiende a la ponderación y tirar el poto a las moras, o se decantan en decés - decés, con todos las contradicciones derivadas de ser un partido confesional - conservador, con tintes iguales y contradictorios de ímpetus empresariales y sociales. Vocación de elite, si se me permite.

O sea, Bowen de novedad nos trae poco, salvo que tiene un RUT con más de 10 millones y la curiosidad de si va a ser capaz de refrenar el efecto joven –pero de impronta MIR, aunque igual de sesentera– de Enríquez Ominami, quien ya marca 10 puntos porcentuales en las encuestas.

¿Patria Joven - o Juventud Rebelde?

En mi parecer, ninguna, pues ambas ya están en edad de jubilar.