Frei déjà vucho que desear

Por Hilgo Larton


Ojalá Frei fuera un déjà vu en sentido literario, alguien que nos hace rememorar inexistentes recuerdos que, por vericuetos de la mente, tomamos por reales. El problema es que Frei es un déjà vu en sentido literal, un tipo, un discurso, una imagen, un proyecto que ya nos mamamos hace una década. Ojalá su candidatura fuera un chiste fome, pero resulta que es una fomedad sin chiste.

Éste debiera ser el momento de un balance político de envergadura. La ocasión para la Concertación, en aras del know how acumulado en veinte años de gobierno, de preguntarse “¿qué hicimos bien?”, “¿qué hicimos mal?”, “¿en qué nos quedamos cortos?”, “¿en qué superamos nuestras propias expectativas?”. Sin embargo, la única pregunta planteada para erigir a Frei de candidato fue “¿cómo prolongamos nuestra permanencia?”. Respuesta: “dejándonos gobernar nuevamente por el personaje más consensual, menos propositivo, menos desafiante, menos democrático, menos renovador que tenemos”. Eso es Frei, el candidato de la indolencia.

Soy de los críticos capaces de reconocer méritos cuando los hay. Le reconozco a la Concertación muchos logros en materia de desarrollo y de libertades públicas. Pero a Frei no le reconozco ninguno. ¿La reforma procesal penal? Si vamos a personalizar, atribuyámoselo a la Soledad Alvear, ese fue su chiche para proyectarse como presidenciable. ¿Las obras públicas? Eso lo capitalizó Lagos el noventa y nueve. ¿La aplicación de las leyes de seguridad interior del Estado y antiterrorista en contra de los Mapuche? Por ahí les voy creyendo (con ayuda de Krauss). Impunidad para Pinochet (con ayuda de Insulza), aumento de la concentración de la riqueza (con ayuda de Aninat), aumento de la extrema pobreza y devaluación de los salarios y las pensiones (con ayuda de la crisis asiática), y sigue y suma.

El dos mil Frei no entregó el país cayéndose a pedazos, como recuerdo haberle oído decir a algún matón de la derecha, Moreira quizás. Pero él recibió un país donde aún existía movilización política, donde aún había puertas abiertas para socializar un proyecto de desarrollo nacional, donde aún existía la posibilidad de construir diversidad de medios de comunicación, y él selló nuestra suerte en torno a un proyecto de elitización política, de empresarización de la economía, y de concentración de los mass media. Ahora vamos por la segunda patita.

Creo que Frei va a ganar en segunda vuelta. No creo en el “fenómeno Enríquez-Ominami”: las encuestas telefónicas son metodológicamente dudosas, las que le dan catorce porciento incluyen a los no inscritos, no va a ser culo de juntar las treinta y seis mil firmas para inscribir su candidatura (lleva alrededor de tres mil), y si va por el Partido Humanista se ancla a la imágen corporativa marginal de los extraparlamentarios. Por último, Marco es inconsistente políticamente y, si bien la inconsistencia puede hacernos llegar muy lejos, él carece de una maquinaria que lo lleve en andas, a diferencia de Frei. Los payasos Crosty-Zaldívar y la Tony-Jiles no vale la pena ni mencionarlos. Navarro y Arrate se disparan mútuamente en los pies y prácticamente no tienen cobertura en los medios. Héctor Vega, ¿alguien lo conoce?

Y Piñera… La historia está muy fresca para que la mayoría de los electores se puedan hacer los bobos respecto de la banda de ladrones y criminales que lo secundan. La corrupción en EFE, en el Registro Civil, en el MOP, las indemnizaciones millonarias, el financiamiento a los partidos de la Concertación con gastos reservados del gobierno, el desmalezamiento de Hamilton, etcétera, son un moco al lado del saqueo sistemático al Estado y a los servicios públicos en que participaron, cuando no gestionaron, los mozos civiles de Pinochet que hoy votan, militan o representan a la UDI y a RN. Y los crímenes contra la humanidad de los que éstos son cómplices, instigadores, encubridores, cuando no coautores, no tienen parangón en democracia, ni siquiera con la violencia policíaca o la persecución a la nación Mapuche que la Concertación ha intentado legitimar en numerosas ocasiones.

Tengo dotes de oraculista, créanme. Se nos viene el segundo lustro más latero y menos emancipador de la política chilena en todos sus tiempos. Díganme qué período republicano puede ser comparable con la escena de La Hojarasca que representó Frei Ruiz-Tagle. Por ahí algún interino del siglo antepasado, quizás. Pasaremos el bicentenario deprimidos, adormilados, hiper individualistas y endeudados hasta el cuello. Si los hechos me contradicen, les juro que pagaré mi error inscribiéndome en la DC. Si estoy en lo cierto, vayan preparándose para tener a Bowen de vocero de gobierno y recen para que las estupideces de la Martita nos mantengan despiertos.