lunes, 23 de marzo de 2009

I miss you, Hermógenes


Hoy no es miércoles, pero pasado mañana lo será. El asunto es que abrí El Mercurio (que ya se está transformado en mi fetiche, algo que debo evitar, como el tabaco) y comprobé con pesar que el decano no me provee de nada interesante. Sentí nostalgia, y pronto comprendí que es porque hemos perdido la sección más entretenida de un diario por lo general fome. Sí, la columna de Hermógenes Pérez de Arce.

Para mí Hermógenes es el mejor escritor de ficción del país y un artista performático increíble, que ha hecho de sí mismo, con sus propias opiniones, un personaje de fábula. Es como Miguel Serrano que cuando decidió convirtirse el mismo en su novela surrealista dejó de escribir.

Es que no había nada más chistoso que Hermógenes negando las violaciones a los derechos humanos y defendiendo a Pinochet, en un ejercicio retórico imposible. Pero esa era la gracia, justamente la imposibilidad de su postura.

Por favor, no vayan a ofenderse porque me llame a risa la negación de las atrocidades por parte del sujeto en cuestión, pues, convengamos, que hay algo de bufonesco y absurdo en el asunto.

En suma, la imagen que proyectó Hermogenes y que ahora no está, es la de un dandy derechista, agudo y careraja, cuyo valor es expresar lo que muchos otros piensan (y van a seguir pensando) y callan. En ese sentido, fue el portavoz de una latencia que no hay que olvidar, la que precisamente –miércoles a miércoles– era recordada en son de advertencia.

La pregunta obvia es ¿por qué lo sacaron de El Mercurio? porque de que el tipo vende, vende.

La respuesta más obvia es porque era un enconado enemigo de Piñera, y el candidato finalemente debe haber logrado pasarle la máquina, seduciendo al decano con la posibilidad concreta de que la derecha al fin llegue a La Moneda por vía democrática.

Obvio.

Sin embargo, lo que no me explico es por qué Hermógenes no decidió independizarse y abrir algo en internet para dar rienda suelta a su verborréica pasión.

No me lo explico, pero tengo una hipótesis.

Este último tiempo he estado viendo la serie Los Tudor, y el año pasado vi Roma, de los mismos creadores. Si tal y como lo supongo, Hermógenes vive en ensueños republicanos de columnas dóricas y cristianas cortes reales, debe por tener referentes a personajes tales como Catón, Tomás Moro y otros que pueblan un martiriológico Olimpo al cual al tipo le encantaría pertenecer. Este silencio puede ser símbolo de ese sacrificio en aras de una derecha suplicante que le dice estar de acuerdo en todo, pero que también le pide por favor se calle (hasta me imagino la vaticana escena de Edwards entrando a su casa para comunicarle su decisión y solicitarle su perdón, "maestro").

No sé, una vez lo vi en Algarrobo en una terraza de una casa que da a la playa, con pañuelo al cuello bebiendo un trago on the rocks, meditando en silencio quizá qué nostalgia. Ahora debe estar igual, mascullando a su sector "ya van a ver, ya van ver cuánta razón tenía" y maquinando en su cabeza el retorno de los dioses.

1 comentario:

  1. http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2008/12/31/hermogenes-se-despide-mi-alegr.asp

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