jueves, 19 de marzo de 2009

el aborto en el país del eufemismo

Chile no está discutiendo acerca del aborto. El país discute si va a discutir acerca del aborto (pero terapéutico no más). Si bien esta precisión puede ser leída como una más de las sutilezas bizantinas que caracterizan el cómo se dan los debates de fondo de los chilenos (porque el tema de fondo es el aborto, sin apellidos), creo que es posible identificar algunas causas de grueso calibre que explican la opción por la tangente de este debate, que son –en mi manera de ver– más relevantes que el debate mismo.

Del mismo modo como quienes están a favor del aborto se ven en la obligación de
dar largos rodeos para que no vayan a creer que son unos comeguaguas (condenándolo de este modo, implícita o explícitamente), también evalúan que no es posible instalar el debate de manera franca y directa, y salir airosos.

En tal sentido, tienen razón quienes dicen que el carácter "terapéutico" del aborto que se quiere aprobar es la cabeza de playa a través de la cual se pretende ingresar la batería del progresismo para conseguir finalmente despenalizar esta práctica social. Por lo que es correcto –desde una perspectiva estratégica– negarse de plano a discutir, erigiendo un atalaya gigante e inespecífico "pro vida" con la que es muy fácil comulgar.

¿Por qué? y ¿cómo asaltar ese atalaya? debieran ser las preguntas a continuación entre quienes están (estamos) a favor de despenalizar el aborto.



El apego a las escrituras.


Para todos en Chile el aborto es un pecado, y causa de vergüenza y dolor culposo (no irrecuperable) para las mujeres que se lo han practicado. No obstante, si a cada uno de los chilenos y chilenas se le preguntase si cree que una mujer que se lo practica merece la cárcel, estoy seguro que la mayoría diría que la medida es exagerada y un despropósito. Pero, así está la legislación, si no me equivoco.

Esta inconsistencia entre la condena levítica al aborto y la piedad mariana hacia la mujer que se lo practica es –en mi manera de ver– un rasgo de nuestra cultura católica. Sin embargo, la balanza se inclina hacia la primera dado que esa es la visión que impera en la curia eclesiástica.

De este modo la inexpugnable bandera pro vida cubre todo el horizonte de nuestras pulsiones religiosas, dejando muy poco espacio para otros sentimientos cristianos de compasión. De tal modo no es casual mi alegoría a la Biblia, escrita e interpretada por hombres, que es donde se sustenta el fundamento final de quienes dan esta batalla del lado de la Iglesia (también dirigida por hombres), versus la religiosidad femenina de la Virgen tan propia como para combatir el desamparo.

En definitiva, el éxito del atalaya está en que se cimienta en la palabra escrita, palabra de Dios.

La Constitución también está escrita, y en su artículo 19 protege "la vida del que está por nacer", por lo que aquella frase, en un país cuyos ciudadanos venden y compran la ley en la calle, termina siendo otro pilar del atalaya. En simple, el aborto es anticonstitucional. No hay nada que hacer. No hay nada que discutir.

Más allá de que no sé por qué se interpreta la defensa de la vida del que está por nacer unívocamente como una prohibición del aborto (el que está por nacer también merece condiciones sociales, económicas y afectivas adecuadas, y para esto es necesario antes que la procreación misma, asegurárselas a las mujeres, entre otras el acceso expedito a la anticoncepción, en todas sus formas), el problema estriba en que hemos aceptado la "intangibilidad" de ese cuerpo legal y su legitimidad. Así, el argumento constitucional es una última ratio inapelable que hace todo esfuerzo por debatir, inútil. Para qué, si la solución al problema está escrita.


La necesidad de un asedio y un asalto.

En mi manera de ver, la causa del aborto es débil porque no muestra osadía ni claridad (es hipócrita, hasta diría), y en vez de decidirse a asediar el atalaya y asaltarlo, opta por introducir un caballo de troya (el aborto terapéutico) que nunca va a ser aceptado. En suma, creo, la batalla debería plantearse en otros términos, esta vez grandilocuentes: la separación (de una vez por todas) de la Iglesia Católica y el Estado, la secularización de la sociedad chilena y la reforma a la Constitución del 80, y de ahí vemos qué hacemos con el aborto.

De este modo será posible vencer el miedo (y ser excomulgado de la sociedad, verse con un gorro de capirote chantado en la cabeza y ser objeto de un auto de fe purgativo, recibiendo verdura podrida en el rostro), tal como lo vencieron quienes se aburrieron de discutir acerca del color de los ojos de los ángeles, para negar su existencia y causar un sisma.

En fin. No queda otra. Son los riesgos de vivir en Chilistán, como bautizara un amigo a este país, en la búsqueda de una alegoría con países centroasiáticos secuestrados por fanáticos.

8 comentarios:

  1. Tal vez, sería la última oportunidad de algún partido de la Concertación de hacer un gesto de valentía en la politica nacional: encausar el debate hacia el grano del asunto, que es, como dices, la secularización de la sociedad chilena. Lo que implicaría discutir de una vez la mitad de los problemas nacionales (educación, aborto, uso de anticonceptivos, etc).
    Digo la última, porque probablemente, después de acometer la empresa (que no es más que abrir el debate desde una posición clara), ese partido, o la Concertación toda, moríría aplastada por la ola reaccionaria.
    Pero su muerte no sería en vano. Algunos años después superaríamos el tema, y se los tomaría por mártires del fundamentalismo de "antaño".

    ResponderEliminar
  2. Mujeres pajeras, habran la boca y demanden vuestros derechos. No olvidar que el aborto "terapeutico" es legal desde la decada de los 30 en algunos paises civilizados. los movimientos pro-defensa de los derechos de la mujer, organizados en europa a fines de los 60, nacieron de organizaciones principalmente compuestas por mujeres, no curas, rabinos o ayatolas.
    Es el clasico problema chileno. nos rascamos las bolas y esperamos que "alguien" resuelva los problemas "reales" que nos atañen. mujeres pajeras: a organizarse y reivindicar la libertad de vuestro chochito!!!

    ResponderEliminar
  3. Creo que le das en el clavo al principio: esta es una mas de las cosas en que los chilenos nos mentimos a nosotros mismos. El aborto terapeutico se practica de hecho en Chile, pero nos hacemos los giles.

    Igual que con el divorcio. Bah, verdad que en Chile no habia divorcio, nos anulabamos. Ibamos, sacabamos testigos falsos, montabamos una charada y magia! el matrimonio en realidad nunca habia existido. Pero lo importante es que nadie se habia divorciado. No como ahora, que esta juventud hace lo que quiere...

    Y asi: el servicio militar "obligatorio"; la meritocracia en las empresas (en la medida que seas pariente del dueno, o del partido o de la secta religiosa); el libre acceso a las playas (y esa es nueva!); el derecho a vivir en un medioambiente limpio (o algo asi dice nada menos que la constitucion)... en fin. Nos hemos librado de algunas nos quedan varias. Pero la mentalidad no se si avanza mucho.

    ResponderEliminar
  4. después de ser mamá veo el aborto desde una perspectiva bien distinta que antes de serlo, porque el tema empezó a tener "cara" "sonrisa" "patitas" y todo lo demás, pero no me siento quién para juzgar la desesperación ajena, porque lamentablemente vivimos en un país en que todos nos llenamos la boca con la palabra Igualdad y es uno de los conceptos menos aplicados.


    Y de que Chile es el reino del eufemismo, ni que decir... no conozco ningún otro lugar en el que al vender autos usados se les promocione como "semi nuevos"... de ahí pa´adelante sae cualquier cosa.

    ResponderEliminar
  5. don jomeini, tienes razón en muchas de tus observaciones, pero tu interpelación a las mujeres carece de tacto, y no me refiero a las procacidades, que esas al menos a mí me dan lo mismo.

    el punto es que las mujeres suelen defender este tema en público porque suele pasar también que se son terriblemente juzgadas ("¡esta se debe haber ocho abortos!"), no porque sean unas creaturas timoratas.

    insisto, el peso social y cultural es muy fuerte en este cuento.

    ResponderEliminar
  6. La discusión debíó ser encausada sobre la base de la secularización tal como se plantea más arriba, mas debo decir que, en particular, el tema en cuestión afecta directamente al Derecho de Autodeterminación Sexual de las Mujeres, como también el Derecho de disponer del propio cuerpo...

    lamentablemente algunos personajes que visten de sotana y sus secuaces persistentemente chantajean a la sociedad apelando al miedo, a la ignorancia y en definitiva, a promesas infantiles...

    ResponderEliminar
  7. Creo que tiras la hebra correcta pero tu idea del asedio y del asalto la encuentro timorata y, en la práctica, inasible. Sí, hay que cambiar la Constitución, pero si el aborto no se discute en sí mismo no veo cómo reventaría la burbuja de la hipocresía creando un ambiente propicio para cambiar la Constitución. Pasa en otros temas: para cambiar tal cosa hay que reformar la Constitución, pero el tema está modelado culturalmente y no están las fuerzas para cambiar la Constitución, y nada evoluciona en Chilistán. Esperando a Godot.

    Por lo mismo concuerdo contigo en que no es el aborto terapéutico la avanzada correcta y que carece de coraje para hacerle un espacio al debate. Corajudo sería que la presidenta, unas tres diputadas, un par de líderes jóvenes del Mercurio, deportistas conocidas, algunos rostros televisivos, etc. dijeran "yo aborté, ¿y qué?", idem respecto de campañas "yo soy homosexual, ¿y qué?", "yo fumo marihuana, ¿y qué?". Obviamente que tendría que ser una cosa más elaborada que eso, pero si no lleva una alta dosis de shock no promete nada. Y a ver qué pechoño va a tener tanto coraje como para decir que todas ellas están equivocadas, que son ejemplos de inmoralidad, madres fallidas, personas tontas o inútiles, sin capacidad de liderazgo, de alcanzar el éxito, de valer de ejemplos al resto de la sociedad. Ahí sí reventaría esa burbuja de hipocresía y esa representación diabólica del aborto, y al país no le quedaría otra que pasar, de una vez por todas, al debate mismo. Pero para eso hay que tener coraje y no sé si queda mucho de eso en Chile.

    ResponderEliminar
  8. Estimado Hilgo,

    reconozco la falencia argumentativa que mencionas, y creo que das en el clavo; la terapia de shock.

    en la misma línea, creo que jomini tiene razón cuando dice que falta la voz de las mujeres, porque esto no va a progresar si somos puros hombres hablando.

    algo ha hecho el Clinic con una sección que ya acabó "Yo aborté" o algo así. No sé por qué se chantaron, pero me imagino que fue porque no muchas estás dispuestas a ser imputadas de maldad o porque las confesiones de las que hablaron pudieron traterles pésimas conseciuencias.

    Creo que un buen punto para una eventual campaña es comenzar a hablar de despenalizar el aborto, para que el asunto no sea estar a favor o en contra del aborto en sí. Las encuestas sibilinas siempre preguntan así, pero creo que cambiarían los resultados si dijeras la siguiente seguidilla de preguntas:

    ¿Está de acuerdo con despenalizar el aborto?

    ¿Por qué?

    ¿Cree que una mujer debe ir presa por practicarse un aborto?

    etc.

    Salú

    ResponderEliminar

Creative Commons License
Citizen Almeida by Andrés Almeida is licensed under a Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Derivadas 2.0 Chile License.