El plagio, sin darle más vueltas al asunto ni concesiones, consiste en el acto de copiar o reproducir un objeto (ya sea artístico o científico) creado por otra persona, sin su autorización o conocimiento. El hecho de que el plagiador le ponga adornos propios al objeto imitado, no lo exime del delito. Tampoco el argumento banal de que tal idea “ya estaba flotando en el ambiente”. No se trataría justamente de casos tales como aquella famosa convergencia de la teoría evolucionista en dos cerebros por separado, la que luego proveería de mayor fama a uno de ellos (Charles Darwin), al habérsele adelantado en difundirla en cuestión de meses al otro creativo (Alfred Russell Wallace).
Plagiadores existen, y muy famosos. Jack London, por ejemplo, fue acusado en varias ocasiones de haber plagiado con gran desparpajo a varios jóvenes escritores (incluyendo su famoso libro “El llamado de la selva”). En América Latina, hace poco sorprendieron en igual actitud nada menos que a Alfredo Brice Echenique, quien muerto de gusto había plagiado nada más ni nada menos que 16 artículos periodísticos de 15 periodistas diferentes. Igual de célebre fue la polémica entre literatos al descubrirse que la idea central de la novela El Conquistador (Premio Planeta 2006) había sido desarrollada con gran paralelo 48 años atrás por Agustín Cuzzani, en su obra teatral “Los indios estaban cabreros”. Así que los casos abundan y no hay como descuidarlos ni justificarlos.
Pero lo que me deja en dudas, es la aparición del concepto “cover”. Confieso no saber mucho de su sustento ni significado. Supongo que se trata de una aceptable creación (o recreación, para ser exactos) donde el autor identifica su fuente de inspiración, ofreciéndola como la continuidad enriquecida o enriquecedora de la obra que la precede, casi un homenaje. Aquí viene al cuento el caso sorprendentemente poco conocido de Víctor Jara, quien compuso "Las casitas del barrio alto” basándose en la idea y melodía de la canción “Little Boxes” de Malvina Reynolds. Esta cantante folk norteamericana era muy conocida en un círculo de canta-autores internacionales, entre los cuales se hallaban Bob Dylan, Pete Seeger y Joan Báez, entre muchos otros, y al parecer nuestro querido Víctor lo frecuentaba ya desde los años sesentas de mano de su esposa norteamericana.
Así, las dos creaciones son iguales, pero diferentes, “que no es lo mismo, pero es igual” (Silvio Rodríguez) y tanto el Víctor como la Malvina las compartían como enriquecimiento mutuo.
Esto ya es algo distinto, ¿no es cierto? Es como la idea de ponerse un gato en la cabeza, que el Citizen Almeida usa como emblema, pero reconociendo haberla tomado de Buster Keaton, cuya foto similar frecuentemente aparece entretejida en su entretenido blog.
Por Cortisona
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Puchas que sabe harto usted de Don Victor, me acabo de enterar que tuvo una esposa norteamericana.
ResponderEliminarLo que es yo, voy a aprovechar la oportunidad de ser uno mas de los miles de anónimos que le rendiremos un pequeño homenaje despidiendolo.
Creo que Joan Jara es inglesa, no gringa.
ResponderEliminarEfectivamente Joan Turner es Inglesa!
ResponderEliminarSin ser un conocedor de la ley, me parece por sentido común que el tema es menos complicado de lo que ud lo pone, señor Cortisona. En el caso de la música grabada y publicada por un sello, cover es si se menciona la autoría de la canción en las notas y se pagan los derechos de autor correspondientes. Si no se hace eso, es plagio.
ResponderEliminarNo es inglesa. Joan Baez (estamos refiriéndonos a ella y no a Joan Turner) es estadounidense hasta la médula. Y además, uno de los iconos vivientes de la cultura folk-rock de EE UU, junto a su ex-pololo Bob Dylan.
ResponderEliminarCopio textual la referencia de Wikipedia (por tenerla más a la mano):
"Joan Chandos Báez (Staten Island, Nueva York, 9 de enero de 1941), Joan Baez, cantante estadounidense de música folk, conocida como "La reina de la canción protesta". Caracterizada por una voz potente, aguda, próxima a la de una soprano, y con un vibrato controlado para potenciar la dramatización de las letras de las canciones, es la máxima figura de la canción protesta surgida en los años sesenta, al calor de la Guerra de Vietnam. Su repertorio, no obstante, abarca también lo puramente tradicional, el country y el pop-rock."
Por otro lado, quiero dejar muy claro que de ningún modo estoy acusando de plagio a Victor Jara, sino tan solo contribuyendo al conocimiento de su génesis como cantautor. Su creatividad está fuera de toda sospecha.
Lo siento. Se me chispoteó. Pensé que las observaciones sobre la nacionalidad recaian sobre Joan Báez, pero al leerlas bien, veo que más bien van dirigidas a Joan Jara, esposa de Victor, quien, si es en efecto inglesa, es legitimo reconocer y rectificarlo.
ResponderEliminarAl caso da lo mismo, norteamericana, inglesa, rusa, finlandesa, igual es gringa.
ResponderEliminarBueno. Si a una inglesa, alemana o rusa le dices "gringa", te da un carterazo en la cabeza sin pensarlo dos veces. La gringas son propiamente de los EE UU.
ResponderEliminarClaro está que en América Latina (y quizá en otras áreas del planeta) el término se usa para denominar a todas las extranjeras de origen europeo. Pero para ellas, para ellas, Dios mio, para ellas no es lo mismo.
cortisona, no creo que que muchos sudacas le digan "gringa" a una europea de grecia, espana, u holandesa de padres tailandeses. tampoco le dirian gringa a una afro-americana del bronx, a una asiatica de china-town o a una chicana de nuevo mexico.
ResponderEliminarel termino "gringo" se asemeja mas al "huerito" de los mexicanos, en definitiva un "wasp".
Ciudadanos, ¿el tema que nos convoca no es el plagio? En fin.
ResponderEliminarA la agencia Felicidad, no le creo nada. Los pillaron, y, obvio, se disculparon que acá, que allá...mmm...a otro perro con ese hueso.
Lo de Jara es como lo de Almeida.