martes, 6 de octubre de 2009

Quién mató a Anna


Hace casi dos años tuve la oportunidad de entrevistar a Galia Ackerman, (http://pisodos.blogspot.com/2008/10/anna-politkovskaa-era-la-conciencia-de.html) amiga cercana de Anna Politovskaïa, la periodista rusa asesinada a tiros en Moscú en 2006.

Entonces, Galia ya sabía que el encontrar a los culpables iba a ser una tarea imposible. Que seguramente, como es usual, se levantarían culpables ficticios para calmar a la opinión pública internacional (lo que estuvo a punto de suceder este año) y que la verdad, para aquellos interesados en buscarla, se terminaría disipando como humo, por desgaste y cansancio.

Hoy se cumplen 3 años del asesinato de esta periodista empeñada en acusar las constantes violaciones a los derechos humanos llevadas a cabo en Chechenia. Todas confluían en Ramzan Kadirov, su presidente y hombre fuerte del Kremlin en el Cáucaso.

Si hay una palabra pertinente y certera para describir todo esto, esa es impunidad, repugnante impunidad.

Hacer periodismo disidente en Rusia es estar con el tufo constante de francotirador en el cuello. Es un de un coraje irracional, es tomar la decisión de ofrecerse al random de la muerte para abrazar la verdad, la compasión, el amor por el otro.

Desde la muerte de Politovskaïa, son varias las personas que han sido eliminadas a sangre fría. Sólo este año, fueron asesinados un abogado, una periodista y dos activistas, todos defensores de Derechos Humanos. La última, Natalia Estemirova, fue encontrada hace muy poco con impactos de bala en el pecho y la cara. A todos ellos los unía la denuncia crítica contra la situación en Chechenia.

La modernización (de fachada) implementada en Grozny –capital de una zona devastada por dos guerras durante los 90’– bajo el gobierno pro-ruso de Kadirov es la noticia en Rusia y sus federaciones. Se celebra, recibe los flashes y aplausos de la cuasi monopólica prensa oficialista. Una reconstrucción de colores superficial levantada sobre ejecuciones, cárceles secretas y fosas comunes. Grozny después de todo sigue siendo una villa Potemkin.

A 3 años de su muerte Citizen quiere recordar a la fuerte y bella Anna, y su enorme amor por la libertad de expresión, ese derecho que se ha defendido a sangre allá, aquí y en muchas otras partes con inconmensurable arrojo.






Por Alberto Arellano Jordán

3 comentarios:

  1. Creo que no hay que viajar tan lejos para buscar una víctima de la mordaza comunicacional y del terrorismo de Estado, o nos arriesgamos a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio: Elena Varela es su nombre.

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  2. No por recordar a Anna nos arriesgamos a la ceguera local, por eso es bienvenido el comentario. No se trata de paja o viga, se trata del derecho a expresarse aquí, allá en todos lados.

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  3. Comparto con Alberto la impresión.

    Una cosa no quita la otra, sino todo lo contrario. Y aunque nos cueste, deberíamos empezar a ver todo lo isleño que tenemos los chilenos, para discriminar entre lo que nos distingue y lo que nos aisla, y así evitar notas chauvinistas y provincianas del tipo "el chileno que pasa hambre con Zelaya", que aparece hoy en LUN.

    Para el caso, mientras más universales, mejor.

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