martes, 13 de octubre de 2009

Las impertinencias de hoy y Gabriela Mistral


Mi adolescencia se desarrolló a fines de los 80 y principios de los 90. Era una época con escasez de referentes, los gustos que uno iba adquiriendo se armaban como rompecabezas de 100 piezas en blanco. Me encantaba la música y recurría a las prácticas de muchos; regrabar casetes de los amigos o esperar que en la radio dieran un especial de algo interesante y ahí poner el rec - play y la imaginación, pues también había que imaginar quienes eran esos fantásticos que cantaban en otro idioma que ni siquiera entendía.


Creo que esa capacidad que desarrollé para que me gustara la música como contaba, también me ha hecho respetar otras disciplinas artísticas de la misma manera y luego quizás me acerco más a sus autores, sus vidas si es que inciden directamente en su obra.

La poesía de Gabriela Mistral apareció en mi vida desde pequeña con sus rondas, con Miedo recitado a pedazos por mi madre y que me producía un terror a crecer inexplicable, también con la imagen de mi Padre que –como buen nortino– de chico tuvo que darle un ramo de flores a Gabriela en el colegio. Luego vino su poesía profunda, su tristeza, su femenino dolor, su preocupación por la educación y por último su imagen ruda que no se condice con su manera de escribir.

En este Chile diferente al de mi adolescencia podemos acceder a las cartas íntimas de Gabriela Mistral con su secretaria Doris Dana, en un libro llamado “Niña errante", de Pedro Pablo Zegers. He leído epistolarios de escritores de otros países y me han parecido una delicia, pues muchas veces las cartas cotidianas humanizan al artista y lo vuelven un ser común, sin embargo me he quedado fuera de la lectura de estas cartas, pues han estado sujetas al cachivache de saber si Gabriela es o no es gay. No me interesa saberlo, no por temor a una probable verdad para algunos incómoda, sino por respeto.

Hace poco vi en la tele la última entrevista que dio Doris Dana a un medio chileno. Se atrevió a decir que Yin Yin era hijo biológico de Gabriela, sin embargo negó ser homosexual. Me impresionó mucho escucharlo. Creo que si fueron pareja no lo quisieron hacer público y eso merece quedar así, sin impertinencias. Y si no lo fueron, quizás las cartas deben ser entendidas desde el inmenso amor de una gran poeta, pues claramente no serían las típicas cartas que cualquiera le escribiría a una amiga, pero ahí está lo fantástico, lo irreal, lo poético.











Por Aceregé




4 comentarios:

  1. Bien canalla ese Zegers. Sapo es la palabra.

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  2. me gusta como escribes...estimada aceregé.

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  3. gracias estimado anónimo, hago lo que puedo al lado de mis compañeros escritores.
    saludos

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  4. puros pelagatos buenos pal blaba, al lado suyo, digo

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